Neurociencia y Causalidades
Proliferan los estudios sobre neurociencia. Estas investigaciones, de gran aportación para comprender la estructura y el funcionamiento del sistema nervioso, que han supuesto un gran avance en el tratamiento de las enfermedades neurodegenerativas, también intentar dar explicación al comportamiento humano, llamémosle, “insano”.
Si en décadas anteriores, las investigaciones se centraban en los neurotransmisores, cómo su carencia o exceso estaba relacionado con los trastornos, ahora las investigaciones de neurociencia se centran en las redes neuronales involucradas así como en la genética (mediante la optogenética se excitan o inhiben determinadas neuronas para acotar en animales vivos los circuitos neurales afectados por dichos genes) ¡Y tenemos genes para todo! El gen de la depresión mayor, el gen del trastorno bipolar, el gen del TDAH, el gen de la ansiedad, el gen de la esquizofrenia, el gen del TOC, el gen de la cleptomanía…
Otros investigadores refieren que es muy difícil identificar la genética de los trastornos mentales dado que, en general, no son producto de un solo gen, sino de un conjunto de genes, una suerte de carga genética acumulada y su afectación por factores ambientales (la vivencia de experiencias “traumáticas” o negativas).
Sea como fuere, pareciera que los esfuerzos se centran en establecer una causalidad lineal entre “herencia” y trastorno mental. ¿Qué resquicio le queda al ser humano bajo esta perspectiva? Porque si nos ponemos a tirar, la herencia genética del ser humano es común, parte de las primeras bacterias anaerobias, así como nadie está exento de padecer a lo largo de su vida un evento “traumático” (como digo a mis pacientes, la vida es un camino de rosas, con ese dulce aroma y suaves aterciopelados pétalos, pero también con sus punzantes espinas). ¡Es como si todos tuviéramos la espada de Damocles encima de nuestra cabezas!
Es cierto que en los últimos tiempos se ha aprendido mucho sobre la química del cerebro, sobre los neurotransmisores y sus receptores en animales de laboratorio, pero ¿cómo funciona en el cerebro del paciente y en su interacción con el contexto? Porque la mayoría de los pacientes no viven aislados en un laboratorio. Hay que dar más importancia al conocimiento operativo.
Desde una perspectiva menos determinista y de gran valor operativo, el principio de entender cómo funciona el problema para descubrir cómo actuar sobre él, es lo que ha “marcado el norte” de la metodología desarrollada por los investigadores de la Escuela de Palo Alto, los “padres” de la Terapia Breve Estratégica. De acuerdo con los resultados de sus décadas de investigación, es la causalidad circular, la secuencia de retroalimentaciones recíprocas entre causa y efecto, la que crea y mantiene los problemas.
Para el enfoque estratégico, la mayoría de los trastornos psíquicos, son resultado del significado que la persona atribuye a la realidad que está percibiendo en su contexto, y de la manera disfuncional cómo reacciona, lo que le conduce a confirmar su percepción y le “empuja” a reaccionar nuevamente de manera disfuncional, estableciéndose un círculo vicioso.
Por ejemplo, sin ninguna evidencia fuerte, creo percibir en mi cuerpo síntomas de una enfermedad, así que me pongo a hacer comprobaciones a mi cuerpo, a “escucharlo”, prestando mucha atención para verificar si son señal de que todo va bien o no:
- Pero claro, quien busca, ¡encuentra! Al aumentar la atención a las sensaciones corporales, estas se ven amplificadas, así que descubro señales que me confirman que algo no va bien y me asusto.
- Con el miedo, más percibo aumentadas mis señales corporales y más estas me van confirmando que tengo una enfermedad. Así que iré al médico de cabecera, que al no descubrirme nada, me manda al especialista.
- Este hecho, en lugar de tranquilizarme, más me confirma que tengo una enfermedad porque me manda al especialista, comenzando todo un peregrinaje por los especialistas, donde cada visita, a pesar de los resultados ser negativos, más me intranquilizan porque no encuentran lo que me pasa.
- Más me confirman que tengo una enfermedad, ¡además rarísima porque no dan con el diagnóstico! Me pondré a indagar en internet sobre enfermedades raras y su sintomatología, y encontraré las señales que me confirmen la enfermedad, entraré en pánico, la cosa tiene mala solución, me recetarán ansiolíticos, que me confirman definitivamente que tengo una enfermedad, porque si no … ¿por qué iban a recetármelos?
Existe una causalidad circular entre cómo el problema persiste y las soluciones intentadas que la persona hace para resolverlo sin éxito. A pesar de la causalidad lineal que pueden sugerir las investigaciones de la neurociencia, la redundancia de esta red de retroalimentación perceptiva y reactiva disfuncional, entre la persona y sus realidades (personal e interpersonal), es la que da lugar a sistemas perceptivo-reactivos rígidos y disfuncionales; al llamado tarstorno mental.
Hasta el momento, las evidencias empírico-experimentales comprueban que así funcionan las cosas, en la mayoría de los casos de trastornos mentales. Es más determinante lo que yo hago, y cómo lo hago, en función de aquello que percibo, que las herencias que, afortunadamente, o desafortunadamente me hayan tocado.