El “síndrome” postvacacional
También conocido en los países anglosajones como “post-vacation” blues (género musical que se asocia con melancolía y tristeza), esta sensación de tristeza o “depresión” posterior a las vacaciones, y que ha llegado a tomar el nombre de síndrome postvacacional, se va con el paso de los días. Normalmente son necesarios algunos días, pero, en ciertos casos, este estado de ánimo puede tardar algunas semanas en desaparecer.
Si se va retrasando, puede ser la señal de que se está creando un problema serio si la persona empieza a sentir una incapacidad de liberarse de tal sensación. En ese caso, esta incapacidad ya no está quizá tan relacionada con el final de las vacaciones como con los efectos derivados de lo que la persona ha hecho para intentar liberarse de esa sensación desagradable de volver a la rutina laboral.
Desde un punto de vista enfocado a la terapia breve estratégica, se establece la distinción entre dificultades y problemas; dos niveles de “incomodidad” que son previos al concepto de trastorno. Es habitual que, según la manera como actuamos para intentar resolverlas, las dificultades se puedan transformar en problemas y los problemas en trastornos. Es lo que se conoce desde hace décadas, desde los origines de la Escuela de Palo Alto, como los intentos de solución, o soluciones intentadas.
Se trata de un concepto tan simple como difícil de entender para quien está involucrado en ello y sufriendo sus efectos. Son las cosas que hacemos, con las mejores intenciones, para intentar resolver algo (puede ser solo un estado de ánimo incómodo) y que además de no resolverlo, lo complican.
Existen algunas recetas que “pululan” por internet y que apuntan a las formas más rápidas de tratar el síndrome postvacacional, tales como que la persona comparta sus experiencias con familiares y amigos, o que mire fotos de las vacaciones, realizar actividades lúdicas, etc. Los más arrojados llegan a aconsejarles a hacer planes anticipados y empezar a reservar ya las próximas vacaciones. Todo esto pueden ser soluciones que se adaptan a un determinado caso, o pueden ser las llamadas soluciones intentadas, como se ha explicado antes.
No podemos saberlo, ni establecer normas rígidas de interpretación, a distancia. Cada persona es como es y no existen recetas milagrosas. Si después de leer esto siente que su situación se está pasando de la raya (según su propia noción de dónde está la raya, no la de otros), recurra a un profesional.