Depresión: incapacidad para gestionar los efectos colaterales
Iba a comenzar con el famoso refrán de “la primavera, la sangre altera” y desmitificar la también famosa “astenia primaveral”, que al fin y al cabo no es más que consecuencia del proceso de adaptación de nuestro organismo a las nuevas condiciones ambientales, pero las duras sesiones de estos días (“yo he visto cosas que vosotros nunca creeríais” como el replicante Roy Batty de Blade Runner), me han hecho cambiar de idea.
La depresión ha entrado “a saco” en mi consulta. O, más correcto, es decir REACCIÓN DEPRESIVA. Para la Terapia Breve Estratégica, la depresión es una reacción al fracaso, a la incapacidad de la persona para enfrentar un problema.
El enfoque médico-biologicista, refiere que es debida a niveles bajos de serotonina (cuando un paciente viene y me cuenta que su médico o psiquiatra le ha dicho que tiene los niveles bajos de serotonina, siempre le pregunto: ¿cómo te lo han medido?, ¿qué nivel tienes? Su respuesta: “no lo sé”. Alguno dirá, sí, se puede medir indirectamente a través de las plaquetas sanguíneas. Pues eso, indirectamente; no se ha demostrado ser directamente proporcional a los niveles de serotonina en el cerebro).
Si, parece existir una correlación entre la serotonina y el estado de ánimo. ¿Pero qué es lo primero?: ¿la falta de serotonina que provoca el bajo estado de ánimo o el bajo estado de ánimo que provoca la bajada del nivel de serotonina? (cuánto me acuerdo de Marisol, la profesora de psicología conductual y su referencia a William James: ¿es el dedo el que aprieta el gatillo del revolver o es el gatillo del revolver que incita al dedo a apretar?)
Una de las premisas básicas de la terapia breve es la causalidad circular, es decir, el efecto se vuelve causa de la causa inicial y así sucesivamente; se van retroalimentando. Y claro, en este escenario es difícil saber qué fue primero, si el huevo o la gallina.
Y aun siendo éste el escenario, cada vez con más frecuencia, en correspondencia con períodos donde la persona se muestra más triste, pesimista, desmoralizada, abúlica, apática, solitaria, desesperanzada, agotada, angustiada, irritable, fatigada…, los médicos de atención primaria diagnostican depresión con su correspondiente prescripción de fármacos (y con “suerte”, posterior derivación al psiquiatra, que continuará con los fármacos y, quizá, remita al psicólogo clínico).
La psicoterapia estratégica decide abordar el problema por otro extremo de este círculo vicioso. Los problemas de los hombres son el producto de un modo de percepción y reacción disfuncional hacia la realidad. En la interacción entre la persona y la realidad, para resolver su situación, la persona pone en marcha soluciones que alimentan el problema (o sea, soluciones intentadas porque no resuelven, sino que lo mantienen vivo).
Como referí antes, para el enfoque estratégico la depresión, en la mayoría de los casos, es REACTIVA, o a un evento acontecido en un momento concreto o a otro tipo de trastorno. Es por esto que podríamos decir que la depresión es un síntoma, o al menos una reacción a la incapacidad para hacer frente y gestionar los efectos colaterales de un problema. La persona hace y hace cosas para salir de su situación, pero más hace más se va hundiendo porque nada funciona. Hasta que llega el punto de creer que ya no puede hacer nada más, que ya lo ha intentado todo, y se rinde, RENUNCIA.
El depresivo es el Iluso desilusionado: creía que podría, pero soy un incapaz, o ya no soy capaz, o me han decepcionado, o el mundo es injusto. Como ha dicho Joanne Rowling, autora de Harry Potter, “estamos unidos con hilos invisibles a nuestros temores. Somos el títere y el titiritero, víctimas de nuestras expectativas”.
Aparenta ser oscura la atmósfera descrita, pero parafraseando a Stephen Hawking, que recientemente nos ha dejado, “los agujeros negros no son las cárceles eternas que se pensaba que eran. De un agujero negro pueden salir cosas, hacia el exterior y, posiblemente, hacia otro universo. Así que si sientes que estás en un agujero negro, no te rindas; hay una salida… “.
Mi recomendación, terapéutica evidentemente: prevé los efectos colaterales de tus acciones y baja un poquito tus expectativas.